Introducción

Hay cuentos de hadas, dragones, caballeros, magos, extraterrestres y personas. Hay cuentos cortos e historias largas...


Habia una pestaña que apuntaba al blog de cuentos de mi hija ahora inactivo.

viernes, 15 de enero de 2016

El viaje del hada Chiribita


La pequeña Chiribita tenía ya 7 años y jugaba mucho con su amigo, el dragón Ramón, con quien muchas tardes salía de excursión. Una tarde leyó en internet una historia sobre un lugar llamado Pomaire en el que la gente creaba tesoros maravillosos, lo buscó en un mapa y le pidió al dragón que la llevara.

Pomaire estaba al otro lado del mar, en el mundo de los humanos, por lo que el dragón Ramón debía volar muy rápido para ir y volver a tiempo para cenar, así que le dijo a Chiribita que se abrigara bien y salieron enseguida.

Cuando llegaron lucía el sol, ya que, con el cambio de hora, allí era por la mañana y estaba todo muy animado. Chiribita estaba feliz. Ramón se había hecho invisible para poder acompañarla sin asustar a la gente, en cambio, a Chiribita no le hizo falta por- que, las hadas se hacen pequeñitas cuando entran en el mundo de los humanos y parecen mariposas.

En Pomaire había cosas preciosas. A Chiribita le llamó mucho la atención una cazuela gigante de barro con una cara de cerdito en la barriga y fue hacia ella. Al llegar, vio al lado una cosa que le llamó más la atención: parecía un cerdito, pero no era de verdad. Había muchos iguales, y decidió investigar de cerca. Se acercó tanto que se metió dentro a través de una ranura, con tan mala pata que se le fastidió un ala y ya no podía volar para salir de allí.


Chiribita intentó alcanzar la ranura saltando, pero no llegaba. Ramón intentó meter el dedo, pero no le cabía y no podía llevar-se ese objeto sin llamar la atención. ¿Qué podía hacer? Valentón y Benilde estaban muy lejos y no podía separarse de ella tanto tiempo para avisarles, porque había un montón de cosas de esas iguales y luego no sabría en cuál estaba Chiribita.

Ramón empezaba a ponerse nervioso y cuando un dragón se pone nervioso no es nada bueno, pues empieza a salirle fuego por los agujeros de la nariz.

En ese momento llegó una mujer con su hijo y el niño cogió el cerdito en el que estaba Chiribita, le dio dinero al tendero y se lo llevó. Ramón les siguió hasta que entraron en su casa y se quedó mirando a través de las ventanas a ver qué pasaba. Estaba cada vez más nervioso.
El niño subió a su habitación con el cerdito, lo puso sobre su mesa y metió una moneda por la ranura. La moneda estuvo a punto de caerle en la cabeza a Chiribita, que pegó un grito. El dragón se pegó tal susto al oírla que soltó una bocanada de fuego tan grande que chamuscó la pared de la casa y rompió los cristales.

El niño se asustó tanto que le dio un golpe al cerdito y se cayó al suelo, con tan mala suerte que se rompió... Chiribita salió corriendo hacia la ventana. Ramón ya no era invisible a causa del susto. Metió la mano y cogió a Chiribita. El niño le miró asustado y empezó a gritar:
“¡Mamáaaaaaaaa, hay un dragón dentro de mi habitación!”

La madre ya estaba subiendo cuando oyó el grito de su hijo y abrió la puerta enseguida. Al ver a Ramón, se quedó parada y dijo con voz profunda:

“¿Por qué has entrado en mi casa?”, dijo mientras sacaba una varita del bolsillo... ¡Era una maga!

Ramón se quedó muy quieto. No confiaba en los magos y estaba muy asustado. Entonces, Chiribita se puso delante de Ramón y le dijo a la maga:

“¡Alto! Ramón ha venido a salvarme. Yo es- taba atrapada dentro de esa cosa porque se me ha roto un ala y tu hijo me ha echado encima una moneda gigante que casi me aplasta. Seguro que mi papá, que es muy valiente, está a punto de llegar para salvar- nos. Ten mucho cuidado con lo que haces.”

Cuando la maga lo escuchó, se echó a reír y dijo:

“Yo soy la maga Felisa y, como ves, enseguida me da la risa. No te preocupes que voy a arreglarte el ala y podréis iros.”

La maga agitó la varita y el ala volvió a ser como siempre. Chiribita se puso tan contenta que le dio un gran beso.

Antes que Ramón se llevase a la hadita de regreso a casa, la maga le hizo prometer que contaría a sus padres todo lo que había pasado.

Cuando llegaron eran casi las 9 de la no- che y el hada Benilde estaba empezando a preocuparse. Chiribita empezó a hablar y le contó a sus padres todo lo que había pa- sado. Ellos la escucharon, pero después, la regañaron por haber puesto en peligro su vida y la de Ramón. Decidieron que había que hacerle un regalo a la maga Felisa.

Por la mañana, Valentón, Benilde y Chiribita salieron de viaje hacia Pomaire monta- dos en el lomo de Ramón. Cuando llegaron, compraron un cerdito y la gran cazuela que le había gustado a Chiribita. Después de comer, fueron a casa de la maga Felisa y le regalaron la cazuela (era ideal para hacer sus pociones) y al niño le dieron la hucha cerdito para ahorrar dinero. Charlaron mucho rato, comieron tarta, se rieron...

Se hicieron muy amigos. Desde aquel entonces, visitan a Felisa en el aniversario del día que ayudó a Chiribita.