Introducción

Hay cuentos de hadas, dragones, caballeros, magos, extraterrestres y personas. Hay cuentos cortos e historias largas...


Habia una pestaña que apuntaba al blog de cuentos de mi hija ahora inactivo.

viernes, 1 de marzo de 2019

La historia del hada Benilde y Valentón Osado

Hace mucho tiempo, las hadas solo se relacionaban con hadas y los magos solo con magos, no se llevaban bien, pero llegó un día en el que un hada se casó con un caballero y todo cambió. Esta es la historia.

El hada Benilde era una joven princesa que vivía en el Bosque encantado. Tenía una hermana que se había marchado al mundo de los humanos para gobernar a las hadas de los niños, así que ella era la heredera del trono de su madre y estaba muy bien preparada para ello.

A Benilde le gustaba mucho recorrer los bosques vecinos y conocer gente. Cada tarde, después de estudiar, salía de excursión y en una de esas excursiones había encontrado un huevo de dragón abandonado. Debido a que las hadas cuidan a todos los seres vivos, Benilde decidió que debía cuidar ese huevo y su madre estuvo de acuerdo.

Cómo los dragones tienen prohibido entrar en los bosques por peligro de incendio, le construyó un nido en una montaña cercana, e iba a diario a ver como estaba. Vigilaba que estuviese calentito, lo tapaba y hasta el día siguiente.

Una tarde, cuando fue a ver cómo estaba, vio que se había roto por un lado. Benilde se preocupó, se acercó a ver y…. ¡el dragoncito estaba a punto de nacer!

¡Qué alegría! ¿cómo sería? ¿sería guapo? ¿estaría sanito?... al cabo de unos minutos se rompió el cascarón y salió la cabecita del dragón, del tamaño de una sandía y de un precioso color verde. Abrió los ojitos, miró a Benilde y arrimó su cara a ella buscando cariño. Ella le abrazó y como le gustaban mucho los nombres que riman (como a todos los seres mágicos) decidió que se llamaría Ramón.

Se quedó con él toda la tarde, le llevó comida y envió un mensaje de chiribitas para avisar a su madre de que esa noche no volvería a casa, pues debía cuidar del dragón recién nacido.

Cuando su madre recibió el mensaje avisó a sus hadas de confianza y les pidió que fuesen a ayudar a su hija e hicieran turnos para que todas pudiesen descansar.

Pasaron los días y Ramón crecía rápidamente. Las hadas llamaron a un dragón amigo suyo para que fuese su padrino y le enseñase a volar correctamente, a alimentarse y las normas sociales de los dragones.

Poco a poco Ramón cogió mucho cariño a su padrino, que le enseñó todo lo que debía saber para ser un buen dragón. Cuando llegó la edad de que Ramón se independizara, al cumplir 3 años, su padrino se despidió porque debía ir a cuidar de su anciana madre.

Ramón sintió tristeza al despedirse, pero se sentía preparado para cuidar de sí mismo, quería mucho al hada Benilde y quería cuidar de ella. Al fin de al cabo los dragones son seres a los que les gusta cuidar de otros aun siendo pequeños. Ramón aún no medía más de 3 metros.

Se quedó a vivir en la montaña donde había nacido y Benilde iba a diario a verle. Todos los días conversaban y jugaban.

Una tarde, un caballero llamado Valentón Osado llegó por el camino de la montaña. Llevaba una espada flamante y un escudo muy hermoso, aunque vestía de manera informal.

Benilde y Ramón estaban jugando al escondite y el dragón se subía a las copas de los árboles más frondosos a esconderse.

El caballero oyó el ruido de las alas de Ramón y dio un respingo: era un dragón sin duda, había que ponerse en guardia. Se ocultó y esperó pacientemente a que el dragón se acercara.

A Ramón le tocaba el turno de buscar a Benilde y notó un olor que no había olido nunca. Aunque no era el olor de siempre, tenía que ser ella que había hecho algún truco para despistar. Se puso a caminar sigilosamente para que no le oyese llegar, con tan mala suerte que se acercó al lugar donde estaba Valentón pensando que olía a Benilde, y cuando estaba a pocos metros…. ¡ZAS! Saltó un caballero con una espada, directo hacia él.

Ramón se asustó mucho y se echó atrás cayendo al suelo. Del susto soltó una bocanada de fuego y Valentón se lo tomó como un ataque, así que se preparó para darle un buen golpe con su espada. Cuando la estaba levantando, un hada apareció de la nada y le lanzó un rayo de chiribitas que le paralizó el brazo.

Valentón no se lo podía creer. ¡Un hada defendiendo a un dragón! No se daba cuenta de lo peligroso que era. Así que le dijo: “Aléjate de ese dragón, que es peligroso y déjame hacer mi trabajo”.

Benilde se puso furiosa y le respondió: “Ramón es mi amigo, es como un hijo para mí y no pienso moverme de aquí ni permitir que le hagas daño”. Lanzó un rayo muy brillante hacia el cielo y en menos de un minuto apareció un ejército de hadas rodeando al caballero, apuntándole con las varitas.

Valentón le dijo a Benilde: “Disculpa, no lo sabía, allá de donde vengo los dragones no son amigos de nadie”

Benilde liberó el brazo de Valentón, pero lanzó la espada a varios metros y le preguntó: “¿De dónde vienes?”. Valentón respondió: “De los profundos bosques del hemisferio Sur, donde el agua forma hermosas cataratas, los árboles crecen fuertes y la vegetación no se parece a nada que puedas imaginar”

El hada añadió: “¿A qué has venido?” y él contestó: “Mi padre me envió a entregar un mensaje a un amigo suyo que vive cerca de aquí, el Mago Esmeralda”

Benilde sintió mucha curiosidad por conocer mejor a ese caballero. Era guapo y valiente, su padre era amigo del Mago más importante que conocía y el lugar del que venía parecía fascinante, así que le hizo una propuesta: “Después de que entregues el mensaje, me gustaría ir contigo a conocer el lugar en el que vives ¿me lo enseñarías?”

A Valentón le había caído bien Benilde, era valiente y muy guapa, así que le dijo que sí. Se despidieron y él siguió su camino mientras Benilde y el resto de las hadas calmaban a Ramón y le explicaban que no debía temer más a ese caballero.

Pasaron los días y el hada Benilde no hacía más que hablar a su madre del caballero que había conocido, el lugar que iba a conocer… y la reina, al ver el interés de su hija, le dijo que antes de que se fuera con él quería conocerle.

Una mañana sonó la alarma. Alguien intentaba entrar en el Bosque Encantado sin permiso, y la guardia salió disparada, mientras la reina esperaba algo preocupada. Al rato volvió un hada y le dijo que era un caballero que decía ir a buscar al hada Benilde.

La reina llamó a su hija y las dos salieron en dirección a donde estaba el caballero, pero antes de llegar, la reina dijo: “Quédate detrás de mí que quiero hablar con ese caballero yo primero”.

Al llegar, la reina se puso delante de él con actitud imperiosa, y le dijo: “Eres muy osado intentando entrar en mi bosque sin autorización”.

Valentón respondió: “No sabía que estaba prohibido entrar aquí. Solo vengo a buscar al hada Benilde”.

La reina replicó: “Qué atrevido eres diciendo que vienes a buscar a mi hija ¿no te parece que deberías preguntarle a ella primero si aún está interesada en ir contigo?

El caballero se puso colorado y respondió: “Disculpe majestad, soy Valentón Osado y…”

La reina le interrumpió: “Desde luego haces honor a tu nombre, continúa”.

Valentón siguió hablando: “Me encantaría que su hija, Benilde, me acompañara a conocer a mi familia y a mis amigos. Benilde ¿te gustaría venir conmigo? Prometo no atacar a ningún dragón.”.

El hada Benilde sonrió y dijo: “Claro, pero Ramón se viene con nosotros”.

La reina, sabiendo que Ramón la defendería, les dio permiso para marcharse con el compromiso de estar a la vuelta en 15 días. A Benilde le pareció muy bien y Valentón pensó que no les iba a dar tiempo a llegar, aunque no se atrevió a contradecir a la reina.

Benilde y Valentón fueron a buscar a Ramón, le explicaron lo que iban a hacer y Benilde le dijo a Valentón que se subiese con ella a lomos del dragón para hacer el viaje más rápido. Valentón dudó un par de segundos, pero no era momento de tener miedo y aceptó la propuesta.

Subidos a lomos de Ramón, llegaron a las montañas del hemisferio Sur en menos de 6 horas, Valentón estaba encantado. Andando habrían tardado semanas.

Al llegar a casa de Valentón les recibieron sus padres, se llamaban Atila y Gilda y eran muy amables. Valentón también tenía una hermana, pero estaba de viaje.

Benilde tenía mucha curiosidad por saber de qué conocía al Mago Esmeralda y Atila le dijo que habían pasado mucho tiempo juntos en su juventud.

Era evidente para el hada que no quería contarle detalles, pero no parecía que hubiese mala intención, así que no insistió y cambió de tema.

Pasaron los días y Benilde estaba feliz, el bosque era maravilloso y pasó mucho tiempo repartiendo polvo de hadas para dar cariño a plantas y animales. Los dragones que había por allí tenían mal carácter, pero el polvo de hadas de Benilde les hizo sentirse mejor y dejaron de atacar a la familia de su amigo, que cada vez le caía mejor.

Valentón estaba fascinado con el efecto que había provocado la presencia de Benilde en todo lo que le rodeaba. Ella hacía que todo fuese mejor, y así, poco a poco, se fue enamorando de ella.

Pasaron los 15 días acordados con la reina y Benilde debía regresar. Valentón decidió que la acompañaría hasta su bosque y así podría estar un rato más con ella. A Benilde le pareció bien.

Se despidieron de los padres de Valentón y salieron volando a lomos de Ramón. Por el camino Valentón decidió que debía decirle a Benilde lo que sentía antes de separarse y se puso a hablar: “Me gustaría quedarme unos días en la Montaña del Dragón, quiero conocer un poco mejor el sitio donde vives”.

Benilde no se lo esperaba, pero le encantó la propuesta y le pidió a Ramón que aterrizara en su montaña en lugar de llegar al bosque encantado, pues ya la estaba sobrevolando.

Tras bajarse de Ramón, se despidieron y Benilde comenzó a caminar hacia el bosque encantado, pero antes de alejarse dijo: “Mañana vendré a buscarte para dar una vuelta”.

A la mañana siguiente Valentón se despertó temprano y se aseó para oler bien. Benilde apareció hacia media mañana y le dijo que iba a enseñarle un lugar especial.

Comenzaron a caminar montaña abajo conversando. Continuaron por el camino un buen rato distraídos por la conversación y sin darse cuenta se metieron en el Bosque Esmeralda.

A los pocos minutos de entrar se presentó delante de ellos un mago que les dijo: “Alto, hada ¿qué buscas aquí?”. Benilde se dio cuenta de pronto de dónde se habían metido y contestó: “Disculpa, estábamos charlando y nos hemos metido aquí sin darnos cuenta”

El mago no se creyó la explicación y desenfundó su varita diciendo: “Ningún hada se mete sin darse cuenta en el Bosque Esmeralda, te daré una lección para que no vuelvas a hacerlo”.

Valentón saltó, interponiéndose entre Benilde y el mago, desenfundando su espada y dijo con voz amenazante: “Cómo te atreves a atacar a mi amiga, no dejaré ni un trocito de ti como recuerdo”. Y se lanzó sobre el mago, al que desarmó y neutralizó en el suelo en menos de un parpadeo.

En ese momento apareció el Mago Esmeralda que había notado que algo pasaba en la entrada de su bosque y al verlos dijo: “Valentón, ¿qué está pasando?”. El caballero respondió: “Estaba paseando con mi amiga Benilde y nos metimos sin darnos cuenta en tu bosque. Se lo explicamos a este, pero no nos creyó y quiso atacarla”

El Mago Esmeralda miró a Benilde y dijo: “la princesa de las Hadas debería ser más prudente y fijarse por dónde se mete. Dad media vuelta e iros antes de que aparezca otro mago con el que, posiblemente, no tendréis la misma suerte”. Miró a Valentón y añadió: “Dale recuerdos a tu padre de mi parte cuando le veas”.

Benilde se puso colorada y Valentón la agarró de la mano y se la llevó de allí a toda prisa.

Cuando salieron del bosque Esmeralda se miraron y se echaron a reír, vaya lio se había montado solo por ir despistados. Benilde estaba impresionada con la forma en que Valentón la había defendido, era realmente valiente y especial. Se sentía muy a gusto con él.

Pasaron los días y Benilde le mostró cada rincón del lugar donde vivía, le presentó duendes, gnomos, unicornios… y Valentón resultó tener muy buena sintonía con todos ellos e hizo muchos amigos. A Benilde le encantaba que fuera tan sociable y tuviera tan buen carácter.

Al cabo de 2 meses llegó una corneja tornasolada con un mensaje de casa de Valentón, donde le pedían que regresara.

Cuando el caballero se lo dijo a Benilde, a ella le dio un vuelco el corazón y se dio cuenta de que no quería que se fuera, que le gustaba mucho y quería estar con él. Así que le preguntó: “¿De verdad quieres irte?”. Valentón estaba muy abatido por tener que separarse de ella y decidió decirle lo que sentía.

Cuando Valentón terminó de hablar ella se abrazó a él y le pidió que no se fuera hasta que ella no hablase con su madre. Valentón aceptó sin dudar su petición y se dirigieron al Bosque Encantado.

Cuando llegaron a la entrada, la reina les estaba esperando y Benilde corrió a darle un beso. La reina miró al caballero con severidad y le dijo: “Vete a dormir a la cueva de Ramón y mañana hablamos. No te muevas de allí”. Al parecer, la reina sabía lo que pasaba.

Valentón se despidió de Benilde y se fue hacia la Montaña del Dragón, mientras Benilde entraba en el bosque con su madre.

Al llegar a casa, la reina pidió a Benilde que se sentara a tomar un té y comenzó a hablar: “Ya sé lo que me vas a decir y ya sabes que un hada casada con alguien como Valentón no puede vivir en este bosque y que la Reina ha de vivir en el bosque. Si te casas con él no podrás ser reina de las hadas ¿lo has pensado?”.

Benilde lo había pensado desde hacía tiempo, le gustaba la libertad de viajar de un lugar a otro, conocer lugares nuevos y nunca había deseado ser reina. Su hermana podría hacerse cargo si era necesario. Ya había decidido no ser reina cuando nació Ramón, al menos hasta que fuese mayor; aunque si se casaba con Valentón, sería irreversible.

Tras un par de minutos contestó: “Mamá, aún no hemos hablado de casarnos, pero hace mucho que decidí que llegado el caso de elegir entre casarme con alguien a quien quiero o reinar, elegiré casarme”.

La reina le acarició la cara y le dijo que, si estaba segura, tenía su aprobación para seguir adelante, pero que tuviese en cuenta que, aunque Valentón no era un mago, su padre sí lo era. Si finalmente se casaba con él, sus hijos podrían ser magos y ya sabía los problemas que había entre los magos y las hadas.

A la mañana siguiente, la reina llamó a Valentón y le dijo que su hija quería hablar con él. Benilde se acercó le dijo: “Tengo que decirte que yo no puedo vivir lejos de un bosque de hadas mucho tiempo porque soy un hada y me marchitaría, así que podemos ser novios si te quedas a vivir por aquí; pero puedo acompañarte unos días a ver a tu familia sin problema”.

Se fueron juntos montados en el lomo de Ramón, pasaron unos días en casa de los padres de Valentón y cuando ya no fue necesaria su presencia se volvieron a la Montaña del Dragón.

Pasaron los meses y finalmente decidieron casarse. Eligieron para vivir una zona desierta cercana al Bosque Encantado que estaba al pie de la Montaña del Dragón. Construyeron una casa y tras la boda se instalaron ahí.

Gracias a Benilde, pronto empezó todo a florecer. En poco tiempo tenían un precioso jardín, árboles, un campo de margatinas y todo lo que había entre la casa y la Montaña del Dragón fue repoblado.

Y así se explica cómo se casó un hada con un caballero.