Elisa vivía en una ciudad muy bonita que tenía de todo, montes, playa, cines, parques y tiendas de caramelos, ya había cumplido 6 años y le gustaba mucho ir al parque con sus amigos y jugar con sus hermanas pequeñas, Rita y Paquita.
La mamá de Elisa era una
científica muy importante y le habían pedido que se trasladara a Ganímedes (una
de las lunas de Júpiter) para ayudarles a hacer crecer las verduras, pues
estaban teniendo problemas con eso.
El papá de Elisa era
cocinero y le pareció muy interesante la oportunidad de experimentar nuevas
recetas con los productos jovianos, le habían dicho que las vacas jovianas eran
más altas y los jamones de los cerdos jovianos eran más gordos.
Total, que ya tenían los
billetes y la mudanza organizada, y salían de viaje esa misma tarde.
Como solo iban a estar
allí un par de años, Elisa pensó en escribir un diario de viaje para leérselo a
todos al regresar. Cogió su mochila y metió dentro el diario, su estuche de
pinturas, su muñeco favorito y un monopoli que le habían traído los Reyes
Magos. Sus hermanas, Rita y Paquita, llevaban un montón de juguetes, así que no
se molestó en llevar nada más para el viaje.
El trayecto de la Tierra
a Ganímedes es bastante largo, así que el viaje duraba once o doce horas. A
Elisa le parecía mucho tiempo, pero la primera vez que su madre hizo ese viaje
se tardaba semanas, cuando su abuela era joven se tardaba meses y en la época
de su bisabuelo el viaje duraba años.
Se despidieron de sus
vecinos y de su familia, y se montaron en el taxi camino del aeropuerto. Cuando
llegaron, Elisa se quedó impresionada, había viajado en avión para ir de
vacaciones pero nunca en una nave espacial y era enorme, muy muy grande, cuando
entraron dentro había un montón de asientos con televisión, y una sala de
juegos, Rita y Paquita se fueron corriendo para allá, pero las azafatas les
dijeron que para el despegue debían estar sentadas.
La nave despegó muy
suavemente, pero Elisa notó que se le pegaba la espalda al asiento y se le
taponaban los oídos. Eso duró unos cinco minutos y les dieron permiso para
levantarse; así que sus hermanas se fueron corriendo a la sala de juegos y
Elisa decidió quedarse un rato sentada con su mamá mirando por la ventanilla.
Poco a poco se iban
alejando de la tierra y llegó un momento que se veía del tamaño de un balón,
luego de una pelota de tenis, después de una canica…. Y al final la perdieron
de vista.
Después de llevar un
rato viendo las estrellas, miró hacia el pasillo de la nave y vio acercarse
a un niño un poco raro, tenía la piel muy oscura, el pelo blanco y los ojos muy
claros y rasgados como los de los chinos, pero no era chino.
Cuando llegó a su altura, Elisa le dijo:
Cuando llegó a su altura, Elisa le dijo:
- Hola me llamo Elisa ¿y
tú?
El niño se quedó
pensando y le contestó en un idioma que ella no entendía, pero su padre si lo
sabía y se lo tradujo:
- “Te ha dicho que se
llama Javier”
Elisa dijo que se iba a
vivir a Ganímedes y el niño le contestó que él era de allí y había estado de
vacaciones en España. ¿Cómo era posible que su padre supiera el idioma de
Ganímedes? A Elisa le pareció alucinante.
Estuvieron jugando hasta
que se quedaron dormidos y la madre de Javier fue a buscarle.
Elisa estuvo dormida
casi todo el camino y cuando se despertó ya se veía Júpiter por la ventanilla,
era muy bonito, su madre le había contado que estaba hecho de gas y que si
hubiese sido mucho más grande, sería una estrella.
Trajeron el desayuno y
Elisa despertó a sus hermanas para que no se quedaran sin comer, en cuanto
terminaron su mamá les dijo que se abrocharan los cinturones porque iban a
aterrizar, Elisa se lo abrochó rápidamente y se puso a mirar por la ventanilla,
se veía la superficie de Ganímedes, no había bosques, ni mares… no se parecía a
la Tierra y Elisa no sabía si le iba a gustar vivir en un sitio así.
La nave descendió, el
aeropuerto estaba bajo tierra y fue entrando muy despacito.
Cuando ya estaba dentro, el paisaje era impresionante, se veían inmensos bosques a lo lejos y una ciudad muy luminosa.
Cuando ya estaba dentro, el paisaje era impresionante, se veían inmensos bosques a lo lejos y una ciudad muy luminosa.
La nave aterrizó y
descendieron, después de recoger las maletas salieron del aeropuerto y les
estaba esperando un hombre que se parecía a Javier. Elisa miró a su alrededor y
casi todo el mundo era como Javier, le preguntó a su mamá porqué eran así y
ella le dijo:
- Han cambiando para
adaptarse a vivir en este planeta, que no es igual que la tierra.-
Elisa se quedó pensando
y dijo:
- Entonces ¿nosotros
también vamos a ser así?-
Su madre sonrió y le
dijo que no, que ellos ya habían nacido así.
El hombre que les
esperaba sabía hablar español y Elisa le preguntó si era muy difícil hablar el
idioma “ganimediano”; él dijo que no, que seguro que ella lo aprendía muy
pronto ya que en Ganímedes se hablaba inglés, ¡menos mal! Elisa había creído
que era un idioma extraterrestre que solo podían hablar los que nacían ahí.
El hombre les llevó a su
nueva casa en un coche y estuvo charlando con sus padres durante todo el camino.
La casa nueva era muy
interesante, tenía ventanas redondas y estaba pintada de muchos colores. Elisa
preguntó cual era su habitación y se fue corriendo a verla, ya estaban ahí
todas sus cosas y era muy bonita, había un tocador y una lámpara de cristales
de colores.
Se sentó en la mesa,
sacó su diario y empezó a escribir todo lo que le había pasado en el viaje,
había sido muy interesante.
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