Martín tenía 5 años, cada mañana se levantaba temprano, se vestía muy rápido y después de desayunar se iba al cole de la mano de su mamá.
Un lunes por la mañana
salieron a la calle camino del colegio como todos los días, Martín estaba
cansado porque había jugado mucho el fin de semana e iba adormilado de la mano
de su madre, de hecho la noche anterior se había quedado dormido sin darse
cuenta mientras jugaba; así que tardó un rato en darse cuenta de que el camino
del cole había cambiado, las casas estaban ahí pero ya no eran iguales, el
cielo tenía un color azul muy raro, el suelo verde oscuro y la piel de su mamá
era de color azul ¿qué había pasado? Empezó a preocuparse y le dijo a su mamá:
- ¿por qué tienes la
piel azul mamá?
Su mamá le miró
extrañada y le dijo, señalando su manita.
- La tengo como siempre,
como tú ¿ves?
Llegaron a la puerta del
colegio, su mamá le dio un beso y le deseó que tuviera un buen día, como
siempre: Martín entró en el cole y se fue al patio a buscar a su amigo Roberto
para contarle lo que estaba pasando, estaba convencido de que su amigo seguiría
siendo normal, pero cuando se encontró con él se dio cuenta de que también era
azul y le dijo:
- ¿Te has dado cuenta de
que eres azul?
Y Roberto le dijo:
- Yo soy como siempre,
no digas tonterías.
Martín estaba cada vez
más preocupado, empezó a pensar que estaba enfermo y cuando entró a clase
intentó actuar como si no pasara nada, participó en la asamblea, hizo el
trabajo de lengua.... todo sin problema, pero cuando llegó la hora de rellenar
las fichas empezó a tener problemas.
Había que colorear de
rojo, amarillo y verde unas figuras, pero él no veía ninguna pintura de color
rojo, amarillo o verde en su estuche ni en el de los demás.
Sus compañeros parecían
no tener problemas para hacerlo, así que pensó que debía estar muy enfermo y le
pidió a su maestra que le llevara a la enfermería porque no se encontraba bien.
Al llegar le dijeron que se sentara y esperara un ratito porque estaban atendiendo a otros niños.
Martín se sentó y empezó
a mirar a su alrededor, todos eran azules y las enfermeras llevaban bata azul.
Había un niño azul llorando en una camilla, una señora azul se acercó a él,
tenía pinta de ser la médico, y con ayuda de una enfermera vendaron su brazo.
Al otro lado de la sala
había una niña azul sentada con cara de susto, tenía el pelo verde y rizado y
le sangraba mucho una rodilla, la sangre era de color morado. Una enfermera
azul con bata azul se acercó a ella, le limpió la herida y le puso una
venda.
A los pocos minutos
apareció una mujer azul que fue hacia el niño de la camilla y le abrazó, debía
ser su madre.
Martín pensó que todo
parecía muy normal, solo que era de otro color.
Cuando le tocó el turno
a Martín, la enfermera se sentó a su lado y le preguntó qué le pasaba, él
empezó a contarle que veía a todo el mundo de color azul y que solo a él le
parecía raro. Le contó todo lo que había visto desde que salió de casa y ella
le escuchó con mucha atención, cuando terminó de hablar la enfermera le dijo:
- Espera un momento, voy
a por una cosa que creo que te va a ayudar.
Se levantó y empezó a
rebuscar por los cajones de la mesa, se acercó al médico y empezó a hablar con
ella en bajito… Martín estaba intrigado ¿qué iban a hacer?.
La médico se levantó, abrió
un armario y sacó una cosa que Martín no podía ver bien; la enfermera la cogió,
se acercó a él, se la puso delante de la cara y le dijo “mira al espejo”.
Martín se miró al espejo
y se dio cuenta de que llevaba puestas unas gafas azules, seguramente había
dormido con ellas puestas.
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